jueves, 11 de agosto de 2011

¿Es la tolerancia una virtud?

Hoy día se habla mucho de tolerancia. Incluso se han acuñado expresiones como tolerancia cero por ejemplo refiriéndose a la política sobre cosas como el tráfico de narcóticos o la corrupción. Esto indica que  la tolerancia es cuestión de límites y, en algunos casos vale la pena dejar el mensaje de que algo es inadmisible y que por tanto se va a tener tolerancia cero. Me parece que hay que tener tolerancia cero con la corrupción, por ejemplo porque eso de que “hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones”, como sugirió algún célebre ex presidente, aunque  pueda ser realista, envía un mal mensaje.
Ahora, a veces, cuando una persona manifiesta una posición en contra de lo políticamente correcto, de lo que está de moda,  en fin, del relativismo extremo que pregona que todo da lo mismo, entonces esa persona es tildada de intolerante.
En el diccionario de la real academia encontramos:
Tolerancia:
Respeto o consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás aunque sean diferentes a las nuestras. (Diccionario de la real academia española)
De acuerdo con esto, la tolerancia comienza con el reconocimiento de una diferencia en cuanto a opiniones o prácticas.
¿Qué es una opinión? 
Aquellas cosas cuya validez nadie pone en duda no pueden considerarse opiniones. Nadie opina que f = ma. Después de Newton se sabe que en condiciones ordinarias f = ma. Nadie podría opinar que Colombia queda en América del Sur o cosas así. Esas cosas se saben, no se opinan. En general las descripciones de hechos o los resultados de las ciencias naturales no son materia de opinión.
No así con los resultados de las ciencias humanas donde difícilmente podemos lograr una única interpretación de los hechos.
En la vida ordinaria hay muchos conocimientos que son materia de opinión,  como la mejor manea de pelar los tomates o freír los huevos. En general son cosas complejas que involucran muchos factores y donde lo mejor está condicionado por las circunstancias particulares, aunque los que opinan de una o determinada manera no sean conscientes de que su opinión podría cambiar si cambiaran las circunstancias.
Son las elecciones básicas acerca de cómo queremos vivir y de en qué hemos de creer lo que define a la larga las opiniones acerca de todo lo demás.
Porque primero que todo debo elegir si vale la pena vivir. Y si voy a vivir principalmente para mí o voy a dedicar mi vida al servicio de los demás, a un ideal o una causa que va más allá de mí mismo. Debo decidir si vale la pena confiar o levantar muros.  Si vale la pena arriesgarme (y cuánto) o atenerme a lo seguro. Debo decidir si creo en la existencia de LA VERDAD o me conformo con mi verdad.
Esta última decisión, la de optar por el relativismo, me obligaría a aceptar como válida cualquier opinión diferente a la mía y a no pretender cambiarla pues “todo da lo mismo”.
Pero, si yo creo en la existencia de una única verdad, de LA VERDAD, la que no nos lleva a chocarnos con LA REALIDAD, la que  nos hace libres, la que nos lleva a la felicidad, la que nos lleva a vivir de acuerdo con nuestra verdadera naturaleza; no puedo permanecer impávido ante los que andan por el camino equivocado.  Si pienso que la felicidad de los otros me incumbe, trataré de hacer algo para cambiar la opinión de los que pienso que se equivocan.
Aún si los que se equivocan son mayoría. Aún si el ir en contravía, el anunciar la verdad con palabras y con la vida me causa problemas, si creo en la verdad no puedo permanecer indiferente ante el error.
Ahora, la tolerancia habla de respeto y consideración.
A lo que debo tener respeto y es hacia la libertad de los demás.  Todos tenemos a elegir una manera de pensar, una forma de vida.  Pero elegir con conocimiento de causa, elegir cuando se conocen todas las opciones.
El amor al prójimo supone naturalmente respeto,  negarse a ejercer presiones o a manipular,  y en este sentido abarca la tolerancia  pero va más allá de ella, porque en lugar de indiferencia propone  involucrarse, buscar activamente el bien del otro  olvidándose  de uno mismo. Por eso pienso que la tolerancia es una virtud incompleta. Donde hay amor al prójimo sobra hablar de tolerancia.