jueves, 1 de noviembre de 2012

¿SERÁ ESTA LA PREGUNTA?


 

¿Me suicido o no? Seguramente es lo que se han preguntado muchos y algunos han llegado a la conclusión de que era lo que debían hacer.  Pero, ¿será esta la pregunta?...

Hace unos meses me enteré del suicidio de un joven estudiante hijo de una amiga y compañera de trabajo de mi esposo. La noticia conmovió a todos los que la conocíamos, aún de lejos. A mí, particularmente me llevó a pensar que a cualquier padre o madre de familia  le puede pasar algo así… la muerte inesperada de su hijo o hija  por una decisión incomprensible. Qué sentimiento de culpa, de fracaso podemos prever que nos abrumarían…pero, ¿es realmente el suicidio algo absolutamente malo, absurdo, inaceptable? O, ¿acaso hay algo razonable, incluso valioso en el hecho de que alguien decida no vivir más y lleve a cabo una serie de actos que lo lleven precisamente a esa situación que la mayoría, la mayor parte del tiempo queremos mantener alejada?

La muerte normalmente nos espanta, tanto que evitamos pensar en ella.  Hoy día la mayor parte de la gente piensa y actúa como si nunca se fuera a morir.
Para mucha gente es ajena la inquietud de para qué están aquí.  Si alguna vez, en un momento de lucidez, se les cruza por la mente la pregunta de quiénes son realmente,  la evaden y  se refugian en la costumbre, la necesidad de sobrevivir, las compulsiones, o la obediencia a alguien que ofrezca soluciones fáciles y que no los saque de la comodidad de lo ya conocido.  Vivir por inercia, vivir sin ser conscientes, entregar la libertad, que otros escriban la historia es pasar sin dejar huella, no trascender lo natural…como otro animal más.  Aunque es posible que la libertad vuelva por sus fueros, se agazape en el inconsciente y al cabo, la vida no carezca de originalidad.


Algunos se preparan siguiendo el consejo de los místicos:
"Muere ahora, antes de morir, para que no tengas que sufrir la muerte cuando mueras; muere ahora, antes de morir, para poder no morir cuando mueras" Angelus Silesius. O, ensalzan la muerte:  Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero, que muero porque no muero.” Teresa de Avila.
Otros nos ilusionamos por entender, por pensar, por forjar nuestro destino bajo el sol… Como Cohelet, tampoco vamos muy lejos:
“He observado cuanto sucede bajo el sol y he visto que todo es vanidad y atrapar vientos.
Lo torcido no puede enderezarse, lo que falta no se puede contar.
Me dije en mi corazón: Tengo una sabiduría grande y extensa, mayor que la de todos mis predecesores en Jerusalén; mi corazón ha contemplado mucha sabiduría y ciencia.
He aplicado mi corazón a conocer la sabiduría, y también a conocer la locura y la necedad, he
comprendido que aun esto mismo es atrapar vientos, pues donde abunda sabiduría, abundan penas, y quien acumula acumula ciencia, acumula dolor.”
Eclesiastés 1
Siempre me ha intrigado que en la Biblia, la máxima expresión de sabiduría es calcular el número de años que le quedan a uno:

“Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.


¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,
quién ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato. “


Salmo 89

Enséñanos a calcular nuestros años…pero, ¿para qué querría yo saber cuántos años me quedan? Pues para terminar bien el relato, dar las últimas precisas pinceladas al cuadro y no dejar la novela inconclusa. Pero puede ser que alguien en algún momento caiga en cuenta de que ya terminó el cuadro y que no hay más que hacer…entonces, ¿no sería razonable poner el punto final?
La biología ha descubierto que la muerte de cada célula y de cada organismo viene programada genéticamente: todas nuestras células portan un gen“suicida”, fijando así la duración de su existencia…Solo las células malignas han perdido la capacidad de morir…
Nadie vive más de un cierto número de años, pero la medicina y las ciencias de la salud permiten de alguna manera “decidir” si uno quiere vivir más o menos dependiendo de si uno está dispuesto a cuidarse, hacerse los exámenes, tratamientos, cirugías, etc etc que tenga a mano. Incluso puede dedicarse solo a esto, a complicar la dieta con alimentos orgánicos , vegetarianos, macrobióticos, frescos…a hacer gimnasia, terapias, ejercicios… el tiempo puede no alcanzar sino para esto, en especial para una persona mayor… entonces… se vive, pero se vive para vivir…¿no será esto un sinsentido? La vida consiste en
elegir hacer algo y agotar la vida en ello. El trabajo, el gastarse en el servicio, en la tarea creadora son también en el fondo actos suicidas porque en ellos se nos va el tiempo que tenemos.


Incluso actos fútiles como fumar un cigarrillo o cruzar una calle, pueden ser actos que me lleven a perder la vida y esto hace que en el fondo, cada decisión que se toma es una decisión de vida o muerte.Quizá pudiéramos concluir que, en mayor o menor medida, consciente o inconscientemente todos somos suicidas.