sábado, 11 de julio de 2015

NECESITAMOS CREER



A propósito de
“La Evolución del Comportamiento Religioso” por Nicholas Wade en El instinto de la Fe: Cómo la religión evolucionó y por qué perdura.

La creencia en la solidez de los cuerpos, en su temperatura y hasta en su posición o velocidad, sirve, pero parece un engaño si consideramos los conceptos y entes  de la teoría cuántica o de la teoría de cuerdas o de la física de partículas que son las que creemos que llegan hasta el fondo de la  "realidad”. ¿Se deduce entonces que vivimos creyendo en fantasmas?
¿Y qué decir de la creencia en la existencia de dioses y el mundo sobrenatural?  ¿Son otros tantos mitos y espejismos que nos tranquilizan, o corresponden a algo real?
El hecho de que todos los pueblos han conocido y practicado alguna forma de religión obliga a concluir que el comportamiento religioso tiene una base genética.  Pero ¿es la tendencia hacia el comportamiento religioso un rasgo adaptativo o accidental de la especie humana?
La respuesta a esta pregunta, según N. Wade,  se encuentra en el análisis  del ajuste a la realidad y los comportamientos que esta tendencia  induce y no tanto en los contenidos fácticos particulares de las diversas narrativas religiosas.
En EL INSTINTO DE LA FE,  Wade sostiene que el paso de los grupos de homínidos semejantes a los actuales chimpancés, fuertemente jerarquizados y estructurados alrededor de un macho alfa, a las comunidades igualitarias de cazadores recolectores, hizo necesario crear mecanismos para que los individuos priorizaran las necesidades del grupo por sobre sus propios intereses y esto se logró en parte gracias a la religión.  Los grupos capaces de creer en los dioses, de estar unidos a través de rituales y creencias comunes y un sistema de valores con premios y castigos, así como la idea de un alma que pervive después de la muerte y de unos dioses capaces de ver, castigar o premiar tuvieron ventaja sobre los grupos que no poseían estas capacidades.  La selección de grupo fue el mecanismo mediante el cual estos rasgos se hicieron prevalentes en las primeras poblaciones de nuestros remotos antepasados. Ya que un instinto para la fe promovió la supervivencia de algunos grupos, los genes que lo portaban se hicieron universales en la población.
Algunos científicos sociales consideran que el comportamiento religioso es una consecuencia accidental de la manera como trabaja el cerebro, en particular de la teoría estándar de la mente, y por lo tanto es un rasgo no adaptativo. En particular Steven Pinker y Richard Dawkins, ambos, fervientes críticos de la religión sostienen el punto de vista no adaptativo aunque con argumentos poco convincentes. Pinker sostiene que la religión fue inventada por los sacerdotes para beneficio propio, olvidando el hecho de que durante la mayor parte de la historia las tribus no contaron con sacerdotes o chamanes y todos tenían acceso a la experiencia extática sin distingos de ninguna clase. Dawkins por su parte sostiene que el hombre tiene tendencia a creer en lo que le dicen sus padres, lo cual es cierto, pero pasa por alto el hecho de que lo central de la experiencia religiosa no es tanto un determinado conjunto de creencias o ideas sino unos comportamientos inducidos por ellas.
La evolución de los comportamientos sociales plantea el interrogante de cómo las conductas altruistas y heroicas en defensa del grupo pueden haber evolucionado teniendo en cuenta que no favorecen al individuo. Darwin sugirió que la evolución no ocurre solamente a nivel del individuo sino también a nivel de los grupos. Esta teoría es apoyada actualmente por David Sloan Wilson y Edward O. Wilson.
El debate respecto a la evolución de grupo no ha sido resuelto aún por los biólogos.
El caso es que el altruismo y heroísmo favorecen a un grupo sobre otros, pero no favorecen a un individuo al interior de un grupo.  El problema está en determinar cuál de estas dos tendencias opuestas juega un mayor papel.
Aunque en la mayoría de las especies la selección de grupo juega un papel menor, varios autores sostienen que en el caso de la especie humana puede haber jugado un papel preponderante debido en primer lugar a desarrollos como el lenguaje la fabricación de armas y sobre todo el fuerte conformismo y presiones hacia el cumplimiento de normas dentro de los grupos que jugaron a favor del igualitarismo y en segundo lugar la prevalencia de las guerras entre tribus durante la mayor parte de nuestra historia evolutiva. En este continuo estado de guerra las tribus más cohesionadas y altruistas tenían ventaja sobre las que lo eran menos.

D. S. Wilson rechaza el punto de vista según el cual la creencia en los elementos sobrenaturales y no racionales de la religión deberían ser considerados una aberración mental. Por el contrario, dice, “la creencia religiosa está íntimamente conectada con la realidad al motivar comportamientos que son adaptativos en el mundo real, un logro que sorprende dada la complejidad que se requiere para llegar a estar conectados en este sentido práctico.”
Una de las maneras en las que la religión conecta con la realidad es a través del uso de símbolos sagrados. Estos símbolos evocan emociones y las emociones son mecanismos antiguos muy evolucionados para motivar comportamientos adaptativos lo cual se hace en parte a nivel inconsciente. “Los símbolos sagrados organizan el comportamiento de la gente que los considera sagrados” dice Wilson.
Según este mismo autor, es esta organización y no la implausibilidad de ciertos elementos de una narrativa religiosa, los que deben contar como criterio para la efectividad de un determinado credo. La adaptabilidad de unas creencias religiosas debe ser juzgada por los comportamientos que motiva y no por la correspondencia factual con la realidad.
Pero acaso no es este el criterio principal de aceptación de una teoría científica? No creemos en la teoría cuántica por su plausibilidad o correspondencia intuitiva con la realidad, sino por su eficacia a la hora de hacer predicciones y obtener el control del mundo natural.  
Según N. Wade, los primeros comportamientos religiosos o pre-religiosos pudieron haber sido las danzas y movimientos rítmicos que inducen una fuerte cohesión en un grupo. Estos rituales pudieron surgir junto con la música antes de la aparición del lenguaje.
 También argumenta que el soñar con los antepasados originó la idea de un mundo sobrenatural.  Las narrativa que inducían conformidad con las normas del grupo y respeto de ciertos valores fueron eficaces a la hora de inducir comportamientos adaptativos.
El hombre necesita creer en algo. Nuestra mente no tiene acceso a la realidad cruda y todo lo que podemos hacer es interpretar las cosas y creer aquello que nos permita sobrevivir física, sicológica y espiritualmente.   El criterio de verdad de una determinada creencia es que ella nos permita dominar el entorno, vencer enfermedades y alcanzar felicidad y nos evite estrellarnos contra la pared.
El ser humano, desde sus antecesores más remotos, desarrolló un sistema de órganos para percibir la realidad  con el objeto de sobrevivir. Vemos, oímos, olemos, tocamos, para poder vivir y reproducirnos. Y esto nos lleva a creer en la realidad de eso que vemos, oímos y sentimos.  ¿Tiene algún sentido decir que precisamente porque sirve, no hay que creer en ello y que lo que vemos, olemos, tocamos es un espejismo? 
Por otra parte, la existencia de las religiones permite inferir que  hemos desarrollado un sentido interno para realidades sobrenaturales y se ha ido ganando en comprensión de que la funcionalidad de esta creencia tiene que ver con la sobrevivencia como grupo, con la sobrevivencia sicológica, la sobrevivencia del yo después de la muerte, para la paz mental y la felicidad. Esto es lo que ofrece la religión.