Hoy es
vísperas de mi cumpleaños. Estos días he estado decaída, con gripa. Desde hace
algunos meses siento que no tengo los mismos ánimos, que entre más hago gimnasia y tomo
vitaminas y todo lo que manda el médico más me siento insegura, falta de fuerza
y vitalidad. Siento que estoy envejeciendo.
Y no es solo
el decaimiento físico sino que cada vez encuentro más difícil encontrar
personas con quien compartir mis inquietudes espirituales. Claro que eso no es
de ahora realmente, siempre he sido una persona rara… ya me he resignado a ello
y la verdad es que cada vez me importa
menos.
Aunque he
tratado de no hacer daño, de ser solidaria, compasiva y actuar de acuerdo con principios de justicia y equidad nunca
me propuse trabajar por grandes causas. Confieso que he participado del sistema
y siendo un engranaje de una estructura social consumista, depredadora de la
naturaleza, egoísta, materialista, incoherente… A esta edad no puedo lavarme
las manos y zafarme de la responsabilidad que me incumbe de tantos desastres
mundiales. Lo más cómodo siempre ha sido no hacer nada. Pero es que nunca he
sabido bien qué hacer.
Llego a la
edad de 67 años con muchas cosas irresueltas. Nunca fui de esas personas que parecen tener grandes seguridades sobre lo divino y lo humano. Siempre mantuve grandes interrogantes acerca de todo y cada vez encuentro más y más cosas para estar perpleja.
No soy
obediente a los mandatos de la Iglesia pero quiero estar ahí…creo en el Dios que se nos revela en Jesús, creo en cargar la cruz.
Voy para
adelante con proyectos que surgieron por circunstancias ajenas a mi voluntad,
un poco por llevar la idea a otros, un poco por responder a la pregunta ¿por
qué no? Y es que, ya pensionada y una vez resueltas las necesidades básicas,
persiste la necesidad de “hacer algo”.
Realmente mi
único proyecto significativo es seguir empujando la barca y viendo a ver qué pasa. Esa ha sido mi
actitud principal ante la vida, de espectadora de ojos interrogadores a la
realidad, de testigo de cosas buenas y malas. Y concluyo que mi mejor opción es estar por ahí haciendo lo
mejor que pueda cosas pequeñas por los demás y sobre todo inspirando paz y
esperanza a los jóvenes que andan tan ansiosos por el futuro.
¿Cuáles son
mis inquietudes espirituales? Creo que en realidad todo mi interés se centra en
saber cómo prepararme para la muerte. Quisiera llegar a ese momento con plena
lucidez y tranquilidad y dar el salto confiada en que allá me espera un Dios
benevolente y misericordioso que sabrá perdonar tantas y tantas acciones y
omisiones en contravía de sus propósitos para este mundo.