miércoles, 15 de noviembre de 2017

Todavía viendo a ver qué pasa.


Hoy es vísperas de mi cumpleaños. Estos días he estado decaída, con gripa. Desde hace algunos meses siento que no tengo los mismos ánimos, que entre más hago gimnasia y tomo vitaminas y todo lo que manda el médico más me siento insegura, falta de fuerza y vitalidad. Siento que estoy envejeciendo.
Y no es solo el decaimiento físico sino que cada vez encuentro más difícil encontrar personas con quien compartir mis inquietudes espirituales. Claro que eso no es de ahora realmente, siempre he sido una persona rara… ya me he resignado a ello y la  verdad es que cada vez me importa menos.
Aunque he tratado de no hacer daño, de ser solidaria, compasiva y actuar de acuerdo con principios de justicia y equidad nunca me propuse trabajar por grandes causas. Confieso que he participado del sistema y siendo un engranaje de una estructura social consumista, depredadora de la naturaleza, egoísta, materialista, incoherente… A esta edad no puedo lavarme las manos y zafarme de la responsabilidad que me incumbe de tantos desastres mundiales. Lo más cómodo siempre ha sido no hacer nada. Pero es que nunca he sabido bien qué hacer.
Llego a la edad de 67 años con muchas cosas irresueltas. Nunca fui de esas personas que parecen tener grandes seguridades sobre lo divino y lo humano. Siempre mantuve grandes interrogantes acerca de todo y cada vez encuentro más y más cosas para estar perpleja.
No soy obediente a los mandatos de la Iglesia pero quiero estar ahí…creo en el Dios que se nos revela en Jesús, creo en cargar la cruz.
Voy para adelante con proyectos que surgieron por circunstancias ajenas a mi voluntad, un poco por llevar la idea a otros, un poco por responder a la pregunta ¿por qué no?  Y es que, ya pensionada y  una vez resueltas las necesidades básicas, persiste la necesidad de “hacer algo”.
Realmente mi único proyecto significativo es seguir empujando la barca y viendo a ver qué pasa. Esa ha sido mi actitud principal ante la vida, de espectadora de ojos interrogadores a la realidad, de testigo de cosas buenas y malas. Y concluyo que mi  mejor opción es estar por ahí haciendo lo mejor que pueda cosas pequeñas por los demás y sobre todo inspirando paz y esperanza a los jóvenes que andan tan ansiosos por el futuro.
¿Cuáles son mis inquietudes espirituales? Creo que en realidad todo mi interés se centra en saber cómo prepararme para la muerte. Quisiera llegar a ese momento con plena lucidez y tranquilidad y dar el salto confiada en que allá me espera un Dios benevolente y misericordioso que sabrá perdonar tantas y tantas acciones y omisiones en contravía de sus propósitos para este mundo.



1 comentario:

  1. Querida primita....primer texto que leo tuyo....(leeré los demás)...un texto que te sale del corazon...UN ABRAZO

    ResponderEliminar