domingo, 11 de marzo de 2012

Día de la mujer



Lo mejor que puede pasar y las cosas habrán cambiado cuando no se celebre el día de la mujer.

Porque, ¿qué sentido tiene que la mitad de los seres humanos celebre el día de la otra mitad?

Pero… hablando de seres humanos… se me olvidaba que a los hombres se les olvida o parecen tener mucha dificultad en pensar que más allá de cualquier diferencia cromosómica o somática somos de la misma especie, somos  de los mismos, sentimos, gozamos y padecemos igual.

Aparte de eso, la celebración del día de la mujer tiene indudablemente un sabor de premio de consolación por los sacrificios de la maternidad, por la discriminación laboral y la violencia contra la mujer, el sexo … ¿débil?

Ser mujer en sí no tiene ningún merito.  Por el azar del destino uno nació con dos cromosomas x.

Y eso tiene muchas ventajas. El ser madre nos otorga un poder inconmensurable. El poder de trasmitir la vida y la cultura como no lo puede hacer ningún hombre. Hasta hace relativamente poco esa prerrogativa llevaba aparejada el sacrificio de una relativa falta de autonomía y una dependencia económica. Pero eso ha cambiado y las mujeres ahora pueden decidir estar solas…

Ser mujer es ver el mundo desde la óptica de la madre: ver al débil, al enfermo, al anciano. Cuidar al otro, atender a los ritmos naturales y no violentar el cosmos.

Al hombre le toca jugársela como conquistador y aventurero. Inventar cosas, salir a lo desconocido. Por eso manda en el mundo exterior, mientras nosotras dominamos el ambiente doméstico.

Muchas veces no dejamos a los hombres apropiarse también de ese espacio que es el hogar. Así como nuestra participación  en política es escasa, y en el trabajo e restamos relegadas a posiciones secundarias, a algunas de nosotras nos parece normal sacar al hombre de la cocina o excluirlo de decisiones clave en cuanto a la crianza de los hijos, el tiempo libre, la disposición de los ambientes, etc.

Hace unos días, en una celebración del día de la mujer,  los hombres del grupo, incluido un sacerdote,  sirvieron torta a las mujeres. Me pareció significativo porque nunca me había pasado.  Por muchos años  he estado rodeada de compañeros de trabajo y familiares hombres…casi nunca se les ocurre tener el detalle de servir y recoger la loza. Y menos los sacerdotes pues las monjitas y señoras de la parroquia que los acompañan son supremamente machistas y no los dejan lavar un plato.

Alguien, una mujer, me comentó que en el colegio donde trabajó muchos años la mitad de los profesores eran hombres y la mitad mujeres. El día de la mujer los hombres servían vino y galletas a sus compañeras quienes se sentían tan incómodas con la situación que se apresuraban a devolver la atención celebrándoles  el día del hombre

En fin, propongo que si queremos reclamar poder en el mundo, justicia, equilibrio. Comencemos por nostras mismas.  Por ser autónomas,  y no controladoras.  Por reconocer el derecho de los hombres a participar en el mundo del hogar. No hablemos más de que nos ayuden.  Animémoslos  a tomar la iniciativa en lo doméstico y confiemos en ellos y así tal vez ellos confiarán algún día en nosotras…

No hay comentarios:

Publicar un comentario