viernes, 24 de febrero de 2012

Hasta dónde llegan el sentido común y la búsqueda del justo medio



¿Quién nos dará la respuesta al problema de cómo tomar decisiones acertadas,  cómo actuar serenamente y con autocontrol en situaciones difíciles,  cómo discernir la verdad y la justicia,  qué actitud tomar ante nuestras propias reacciones y sentimientos  instintivos y en general cómo vivir?, ¿Cuál es el método infalible para no errar?

Ni el santo, ni el científico, ni el héroe nos pueden ayudar. Ellos no tienen sentido común. Las abuelas sí.

Los seres humanos estamos dotados de la capacidad de decidir razonable y equilibradamente y  solucionar problemas con informaciones parciales y sin el uso de una lógica estricta

El pensamiento ordinario raras veces se desarrolla por deducción y con frecuencia recurre a procedimientos que no serían lógicamente válidos como analogías, inferencias a partir de observaciones particulares, etc...En la vida real, no nos preocupamos por controlar cada uno de los eslabones de una cadena de argumentos, sino que vamos directamente a la conclusión para verificar si nos parece plausible. Entre otras cosas, es precisamente esta “debilidad” de los procedimientos ordinarios  del sentido común lo que no se consigue implementar en las máquinas llamadas inteligentes, aquellas mismas que, por lo demás, nos ganan fácilmente una partida de ajedrez.

Llamamos sentido común a ese tipo de inteligencia que, aún sin ofrecer certezas absolutas, nos permite decidir por las mejores soluciones en condiciones de incertidumbre.

Más que la lógica deductiva, el sentido común posee cualidades como la adaptabilidad, la capacidad de comprender la ironía y el verdadero significado de las cosas según el contexto y, especialmente, la sensatez.

Por otra parte hay que tener en cuenta que las ideas de sentido común, forman parte de la mayor parte de nuestro acervo de conocimientos. La  verdadera razón para creer la mayor parte de las cosas de las que estamos  seguros es que nuestros padres, maestros, amigos, parecen creer lo mismo.  No podemos someter a crítica y comprobación sino, si acaso, una pequeña parte de ese inmenso imaginario que tenemos en la cabeza y que constituye lo que llamamos  realidad, nuestra realidad. Creer en cosas totalmente opuestas y contradictorias a lo que cree todo el mundo nos haría pasar por locos.

En la biblia se alaba la sabiduría como el don de discernir lo conveniente y se pide a Dios ese don como el regalo más preciado:

Dios de los padres y Señor de la misericordia,

que con tu palabra hiciste todas las cosas,

y en tu sabiduría formaste al hombre,

para que dominase sobre tus criaturas,

y para regir el mundo con santidad y justicia,

y para administrar justicia con rectitud de corazón.

Dame la sabiduría asistente de tu trono,

y no me excluyas del número de tus siervos,

porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,

hombre débil y de pocos años,

demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.


Mándala de tus santos cielos,

y de tu trono de gloria envíala,

para que me asista en mis trabajos

y venga yo a saber lo que te es grato.

Porque ella conoce y entiende todas las cosas,

y me guiará prudentemente en mis obras,

y me guardará en su esplendor.

(Sabiduría 8,1-6.9-11)



Cuando Aristóteles aconseja buscar “el justo medio”, está señalando   una regla general de comportamiento que podríamos llamar de sentido común:

“Ante todo, debemos notar que las acciones están sujetas a volverse imperfectas o por exceso o por defecto (para que nos sirvan de testimonios evidentes en torno a cuestiones oscuras), como podemos ver a propósito de la fuerza y de la salud: en efecto, la fuerza se perjudica tanto por el exceso como por la falta de ejercicio gimnástico, y paralelamente, la sobreabundancia o la parquedad en el beber y en el comer arruinan la salud, mientras que la justa proporción la produce, aumenta y preserva.

Así ocurre también respecto a la moderación, la valentía y las demás virtudes. En efecto, quien huye o teme cualquier cosa y nada afronta, se vuelve tímido; quien en cambio no teme a nada, sino que arremete contra todo, se vuelve temerario; paralelamente, quien goza de toda suerte de placer y no se abstiene de ninguno, se vuelve intemperante; quien, en cambio, los rehuye como hacen los rústicos, se vuelve insensible; es decir: la moderación y la valentía se arruinan tanto por exceso como por defecto, mientras que la vía intermedia los preserva.

La virtud es, por lo tanto, una disposición del propósito consistente en el término medio respecto a nosotros mismos, definida por la razón, y como el hombre sabio la determinaría. Es un término medio entre dos  vicios: uno el del exceso y otro el del defecto; precisamente, mientras que algunos vicios lo son por defecto, otros los son por exceso de lo que se debe hacer, sea en la pasiones o en las acciones; la virtud, en cambio, encuentra y elige el justo medio.”  Ética a Nicómaco.

El filósofo japonés Yoritomo Tashi opina que “el sentido común es el sentido central hacia el cual convergen todas las impresiones que se confunden con un sentimiento único, el deseo de la verdad”. Para las personas que tienen sentido común, todo se reduce a una percepción única: El amor de la rectitud y de la simplicidad.



Según Tashi, algunas tendencias humanas se oponen al sentido común, entre ellas la falta de determinación (o energía), la pereza mental, la tendencia a la ensoñación y a creer en quimeras y  la impulsividad. Yoritomo aconseja recurrir a la observación, la moderación, el esfuerzo y sobre todo el raciocinio…



Me parece  que es imposible adquirir sentido común a partir de una teoría del sentido común, una prédica o consejos acerca de la necesidad de aplicar el raciocinio.  

El sentido común nace de la experiencia, de manera natural y gracias a un medio ambiente estimulante y en particular por el ejemplo de gente sensata. Los consejos aristotélicos no habrían tenido ninguna influencia en mí si no fuera porque mi mamá aconsejaba siempre aplicar  “el justo medio”. Ni buscaría la sabiduría en la palabra de Dios si no fuera por su ejemplo de fe.



Ahora, el sentido común y la búsqueda del equilibrio y el justo medio evitan que nos metamos en problemas, pero, por su misma naturaleza no tienen nada que decirnos cuando abrimos la puerta a lo inexplorado, a la aventura, al más allá.  Ante lo verdaderamente nuevo,  solo una actitud de valentía, de confianza, de apertura de pensamiento nos llevará adelante y nos impulsará a cosas que … ¿quien pudiera imaginar?  




1 comentario:

  1. Interesantes tus planteamientos Clarita. Me impresiona tu fe en lo sobrenatural, si es que te interpreto bien. Yo estoy más aferrado a tratar de encontrar poco a poco explicaciones que las encuentre razonables, consciente de mi gran limitación de poder entender el mundo que nos rodea. Me he inclinado en conocer las opiniones de estudiosos apasionados de la 'verdad', que también se ven limitados por sus limitaciones naturales ante tanta complejidad que nos rodea. Agradezco a la vida tener tiempo, salud, interés y posibilidades para adentrarme un poquito a este mar de incógnitas por dilucidar.

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