A propósito de
“La Evolución del Comportamiento
Religioso” por Nicholas
Wade en El instinto de la Fe: Cómo la
religión evolucionó y por qué perdura.
La
creencia en la solidez de los cuerpos, en su temperatura y hasta en su posición
o velocidad, sirve, pero parece un engaño si consideramos los conceptos y
entes de la teoría cuántica o de la
teoría de cuerdas o de la física de partículas que son las que creemos que
llegan hasta el fondo de la "realidad”. ¿Se deduce entonces que
vivimos creyendo en fantasmas?
¿Y
qué decir de la creencia en la existencia de dioses y el mundo
sobrenatural? ¿Son otros tantos mitos y
espejismos que nos tranquilizan, o corresponden a algo real?
El hecho de que todos los pueblos han conocido y
practicado alguna forma de religión obliga a concluir que el comportamiento religioso
tiene una base genética. Pero ¿es la
tendencia hacia el comportamiento religioso un rasgo adaptativo o accidental de
la especie humana?
La respuesta a esta pregunta, según N. Wade, se encuentra en el análisis del ajuste a la realidad y los comportamientos
que esta tendencia induce y no tanto en los
contenidos fácticos particulares de las diversas narrativas religiosas.
En EL INSTINTO DE
LA FE, Wade sostiene que el paso de
los grupos de homínidos semejantes a los actuales chimpancés, fuertemente
jerarquizados y estructurados alrededor de un macho alfa, a las comunidades
igualitarias de cazadores recolectores, hizo necesario crear mecanismos para
que los individuos priorizaran las necesidades del grupo por sobre sus propios
intereses y esto se logró en parte gracias a la religión. Los grupos capaces de creer en los dioses, de
estar unidos a través de rituales y creencias comunes y un sistema de valores
con premios y castigos, así como la idea de un alma que pervive después de la
muerte y de unos dioses capaces de ver, castigar o premiar tuvieron ventaja
sobre los grupos que no poseían estas capacidades. La selección de grupo fue el mecanismo
mediante el cual estos rasgos se hicieron prevalentes en las primeras
poblaciones de nuestros remotos antepasados. Ya que un instinto para la fe
promovió la supervivencia de algunos grupos, los genes que lo portaban se
hicieron universales en la población.
Algunos científicos sociales consideran que el
comportamiento religioso es una consecuencia accidental de la manera como trabaja
el cerebro, en particular de la teoría
estándar de la mente, y por lo tanto es un rasgo no adaptativo. En
particular Steven Pinker y Richard Dawkins, ambos, fervientes críticos de la
religión sostienen el punto de vista no adaptativo aunque con argumentos poco
convincentes. Pinker sostiene que la religión fue inventada por los sacerdotes
para beneficio propio, olvidando el hecho de que durante la mayor parte de la
historia las tribus no contaron con sacerdotes o chamanes y todos tenían acceso
a la experiencia extática sin distingos de ninguna clase. Dawkins por su parte
sostiene que el hombre tiene tendencia a creer en lo que le dicen sus padres,
lo cual es cierto, pero pasa por alto el hecho de que lo central de la
experiencia religiosa no es tanto un determinado conjunto de creencias o ideas
sino unos comportamientos inducidos por ellas.
La evolución de los comportamientos sociales plantea el interrogante
de cómo las conductas altruistas y heroicas en defensa del grupo pueden haber
evolucionado teniendo en cuenta que no favorecen al individuo. Darwin sugirió
que la evolución no ocurre solamente a nivel del individuo sino también a nivel
de los grupos. Esta teoría es apoyada actualmente por David Sloan Wilson y
Edward O. Wilson.
El debate respecto a la evolución de grupo no ha sido resuelto
aún por los biólogos.
El caso es que el altruismo y heroísmo favorecen a un
grupo sobre otros, pero no favorecen a un individuo al interior de un grupo. El problema está en determinar cuál de estas
dos tendencias opuestas juega un mayor papel.
Aunque en la mayoría de las especies la selección de
grupo juega un papel menor, varios autores sostienen que en el caso de la
especie humana puede haber jugado un papel preponderante debido en primer lugar
a desarrollos como el lenguaje la fabricación de armas y sobre todo el fuerte
conformismo y presiones hacia el cumplimiento de normas dentro de los grupos que
jugaron a favor del igualitarismo y en segundo lugar la prevalencia de las
guerras entre tribus durante la mayor parte de nuestra historia evolutiva. En
este continuo estado de guerra las tribus más cohesionadas y altruistas tenían ventaja
sobre las que lo eran menos.
D. S. Wilson rechaza el punto de vista según el cual la
creencia en los elementos sobrenaturales y no racionales de la religión
deberían ser considerados una aberración mental. Por el contrario, dice, “la
creencia religiosa está íntimamente conectada con la realidad al motivar
comportamientos que son adaptativos en el mundo real, un logro que sorprende
dada la complejidad que se requiere para llegar a estar conectados en este
sentido práctico.”
Una de las maneras en las que la religión conecta con la
realidad es a través del uso de símbolos sagrados. Estos símbolos evocan
emociones y las emociones son mecanismos antiguos muy evolucionados para
motivar comportamientos adaptativos lo cual se hace en parte a nivel
inconsciente. “Los símbolos sagrados organizan el comportamiento de la gente
que los considera sagrados” dice Wilson.
Según este mismo autor, es esta organización y no la
implausibilidad de ciertos elementos de una narrativa religiosa, los que deben
contar como criterio para la efectividad de un determinado credo. La adaptabilidad
de unas creencias religiosas debe ser juzgada por los comportamientos que
motiva y no por la correspondencia factual con la realidad.
Pero acaso no es este el criterio principal de aceptación
de una teoría científica? No creemos en la teoría cuántica por su plausibilidad
o correspondencia intuitiva con la realidad, sino por su eficacia a la hora de hacer
predicciones y obtener el control del mundo natural.
Según N. Wade, los primeros comportamientos religiosos o
pre-religiosos pudieron haber sido las danzas y movimientos rítmicos que
inducen una fuerte cohesión en un grupo. Estos rituales pudieron surgir junto
con la música antes de la aparición del lenguaje.
También argumenta
que el soñar con los antepasados originó la idea de un mundo sobrenatural. Las narrativa que inducían conformidad con las
normas del grupo y respeto de ciertos valores fueron eficaces a la hora de
inducir comportamientos adaptativos.
El
hombre necesita creer en algo. Nuestra mente no tiene acceso a la realidad
cruda y todo lo que podemos hacer es interpretar las cosas y creer aquello que
nos permita sobrevivir física, sicológica y espiritualmente. El criterio
de verdad de una determinada creencia es que ella nos permita dominar el
entorno, vencer enfermedades y alcanzar felicidad y nos evite estrellarnos
contra la pared.
El
ser humano, desde sus antecesores más remotos, desarrolló un sistema de órganos
para percibir la realidad con el objeto
de sobrevivir. Vemos, oímos, olemos, tocamos, para poder vivir y reproducirnos.
Y esto nos lleva a creer en la realidad de eso que vemos, oímos y sentimos. ¿Tiene algún sentido decir que precisamente
porque sirve, no hay que creer en ello y que lo que vemos, olemos, tocamos es
un espejismo?
Por
otra parte, la existencia de las religiones permite inferir que hemos desarrollado un sentido interno para
realidades sobrenaturales y se ha ido ganando en comprensión de que la
funcionalidad de esta creencia tiene que ver con la sobrevivencia como grupo, con
la sobrevivencia sicológica, la sobrevivencia del yo después de la muerte, para
la paz mental y la felicidad. Esto es lo que ofrece la religión.
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