Queridísimo blog, perdóname, te tenía olvidado. Culpa del watsap,
del tuiter y de los podcasts a los que me he aficionado.
Es que el ambiente está cada día más histérico a nivel local
por la pelea entre uribistas y gente de izquierda. ¡Qué tristeza!, parece que la
paz nos quedó grande. Y, sobre el globo, pesa la amenaza del cambio climático,
de la contaminación por residuos plásticos, de las migraciones, de los virus
desatados. Los líderes mundiales no dan la talla. En fin, ¡sálvese quien pueda!
Me da la impresión de que los niños y jóvenes se sumergen en
mundos virtuales. Y es que ante una realidad inmanejable, los juegos de video al
menos proponen metas claras.
Y los viejos, nosotros los que ya hicimos lo que pudimos y alcanzamos
lo que alcanzamos, vemos descorazonados que ya estamos de más. Arrinconados,
confinados ante el cataclismo general debemos reconocer que la tarea quedó incompleta
y que no se avizora una salida clara de este berenjenal en que resultamos
metidos.
¿Qué hacer?
Hay que comenzar por reconocer que solos, no podemos. No
sabemos cuales serán las vicisitudes del camino pero sí que hay una gran
promesa, Jesús salva. Él nos lleva a nuestra casa del cielo… y a la construcción
del Reino de Dios en esta Tierra. Pienso que no queda más remedio sino
abandonarnos en sus manos y dejar testimonio de que Él es la razón de nuestra
esperanza.
No faltarán santos que con su ejemplo guíen la labor de
científicos y líderes de sociedad. El Espíritu Santo seguirá acompañando el
camino de esta humanidad siempre y cuando los sucesores de ese pequeño grupo que
fue enviado a llevar el mensaje del Evangelio hasta los confines de la Tierra
sigamos dispuestos.
El reto es vivir con alegría y agradecimiento cada día. No
abandonar la búsqueda de la verdad, llevar una vida sencilla, sembrar paz e
iluminar con pequeños actos de gentileza y generosidad el camino de todos los
que nos rodean…
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