Es un día
para medir quién es uno para los otros.
La señora L.
llega con un sancocho y mil bendiciones. ¿De dónde viene ese sancocho? Del cielo, es un regalo que me envía Dios.
F. e I. nos
comparten dos almojábanas soachunas… más tarde volverán con su familia a
acompañarnos en la celebración, compartir una torta de las tres leches y un
vino. Es un regalo grande de Dios estar rodeados de personas amables y atentas.
Mucha gente
me felicita en Facebook o me envía mensajes amables … Unos son personas cercanas,
mis hijos, mis nueras, mis nietos, mis hermanos y sobrinos. La mayoría viejos y nuevos amigos, personas con
las que me he cruzado en la vida y me han dado un lugar pequeño o grande en la
suya.
Si he de ser
sincera no todos los mensajes son iguales, unos se ve que son palabras enviadas
casi por formalismo, lacónicos y escuetos. En otros se ha invertido mas el corazón… Es un
hecho que no todos los mensajes nos impactan por igual. De algunas personas uno
espera más; de otras menos… y, muchas veces no hay correspondencia entre lo que
uno espera y lo que recibe. De quien espera más recibe menos y de quien espera
menos recibe más…
Si un
antiguo alumno o colega dice simplemente Feliz cumpleaños, se siente agradable.
De esas personas uno no espera grandes manifestaciones de admiración y cariño,
en realidad no espera nada y ese gesto es una alegre sorpresa.
Pero si uno
recibe esas mismas palabras de alguien a quien uno ha dado más, … uno piensa: aunque
se acordó y cumplió, esta persona acaso podría haber dedicado unos
minutos más para pensar quién es uno, y hacerle llegar algo que verdaderamente
salga del corazón. Para decir Feliz
cumpleaños basta medio segundo.
El
agradecimiento. ¡Cuánto bien hace el sentirlo y cuánta falta hace si no se
recibe!
La atención,
fijarse en el otro, quién es, qué lo hace feliz, qué le hace falta…Hay personas
que andan por la vida regalando felicidad con muy poco gasto simplemente porque
no se encierran en sus propios asuntos sino que se fijan y están atentas a las
necesidad de reconocimiento, cariño y atención de los demás.
Dar, ¡qué
difícil! Saber dar lo que el otro quiere o necesita y está en capacidad de
recibir. Dar, pero no lo que a uno le
sobra o lo que uno cree que el otro debe querer… Dar sin medir y sin esperar más
que una aceptación comprensiva y generosa, ya que estar en la posición de quien
da es de por sí ser un privilegiado.
Recibir también
puede ser difícil. No es inusual que quien recibe algo se sienta humillado, que
vea prepotencia o mala intención en quien da, aunque, de hecho ese sentimiento
de humillación proviene solo de la incapacidad de quien recibe para aceptarse a
sí mismo, de su baja autoestima.
En síntesis,
el cumpleaños es una fecha que marca un alto y obliga a mirarse a sí mismo en
los ojos de los demás. Es el día de recibir poco o mucho. De quien uno quiere y
de quien no quiere. De quien lo quiere y de quien no lo quiere tanto. Es,
además, una interrupción obligada de la rutina que nos hace conscientes de que
ya se gastó un año más y de que cada día que pasa es menos precioso que el que
está por venir. Nada ni nadie nos pertenece. Nada ni nadie nos debe nada, todo es inmerecido. Todo lo bueno y bello que
recibimos todos los días es solo una pequeña muestra de lo que
nos espera cuando logremos dar ese salto confiado a los brazos de nuestro Dios.
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